Sí, seguimos llevando mascarillas — aquí el por qué: Preguntas frecuentes
Imagínese una típica reunión familiar hoy en día. La mayoría de la gente ha dejado atrás la mascarilla: los niños corren libremente, las tías y los tíos charlan mientras meriendan, y sólo un par de miembros de la familia siguen optando por llevar máscaras bien ajustadas. Pronto empiezan a llover las preguntas: «¿No se ha acabado la pandemia?». «¿Aún no habéis acabado con las mascarillas?». «¡Pero si no sois de alto riesgo!». Esta sección de preguntas y respuestas ofrece respuestas basadas en pruebas a estas y otras objeciones habituales, y explica por qué seguimos utilizando mascarillas, filtrando el aire y abriendo las ventanas; conocimientos que hemos adquirido y seguimos poniendo en práctica.
1. “¿No ha terminado la pandemia?”
Respuesta corta: La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró terminada la fase de emergencia, pero eso no significa que la pandemia en sí haya terminado.
Explicación detallada:
- En mayo de 2023, la OMS anunció que COVID-19 ya no era una «emergencia de salud pública de importancia internacional», lo que modificó el nivel de respuesta mundial. Sin embargo, la OMS ha advertido en repetidas ocasiones que no se debe hablar del COVID-19 en el pasado.
- Siguen apareciendo nuevas variantes, y el virus sigue causando importantes enfermedades y muertes en todo el mundo, aunque las hospitalizaciones no alcancen el nivel máximo de antes.
- Decidir si llevar o no una mascarilla respiratoria bien ajustada (N95/FFP2 o superior) en interiores es limitar la propagación de un virus que no ha desaparecido. Que la emergencia haya pasado no significa que el riesgo haya desaparecido.
2. “Pero no eres de alto riesgo, así que ¿para qué molestarse en llevar mascarilla?”
Respuesta corta: Porque prevenir la transmisión es importante para todos, no sólo para los grupos vulnerables.
Explicación detallada:
- No es necesario ser una persona de alto riesgo para preocuparse por prevenir las infecciones. Incluso si no enfermas gravemente, puedes transmitir el virus a alguien que podría hacerlo.
- Las cadenas de transmisión suelen ser invisibles. Usted podría infectar sin saberlo a un amigo o pariente, que a su vez transmite el virus de forma sintomática o asintomática a alguien vulnerable, como un familiar inmunodeprimido.
- Las mascarillas reducen la posibilidad de propagar el virus, sobre todo en lugares cerrados. No se trata sólo de su salud personal, sino de proteger a la comunidad en general: amigos, familiares y extraños por igual.
- Otra consideración crucial es el riesgo de COVID persistente, que puede afectar a personas de cualquier edad o estado de salud. Aunque una infección inicial parezca leve, algunas personas desarrollan síntomas a largo plazo que pueden afectar a su vida cotidiana durante meses, o incluso más tiempo. Prevenir la infección ayuda a evitar estas posibles complicaciones, por lo que tomar precauciones sencillas, como llevar una mascarilla bien ajustada, tiene sentido incluso para quienes tradicionalmente no se consideran «vulnerables».
- Además, estar enfermo (con o sin efectos a largo plazo) también puede acarrear cargas emocionales y económicas: días de trabajo perdidos, visitas al médico e interrupciones de la rutina diaria.
3. “¿Vas a llevar una máscara para siempre?”
Respuesta breve: Las mascarillas son una herramienta que podemos utilizar cuando y donde tenga sentido, especialmente en interiores, en zonas mal ventiladas o cuando la transmisión comunitaria sea elevada.
Explicación detallada:
- A medida que aumentan nuestros conocimientos sobre la transmisión por el aire, vemos que la limpieza del aire interior -mediante ventilación y filtración- influye enormemente en la necesidad de utilizar mascarillas. Si las habitaciones están bien ventiladas o disponen de sistemas eficaces de filtración del aire, disminuye la necesidad de usar la mascarilla continuamente porque disminuye la prevalencia general de patógenos transmitidos por el aire.
- En la actualidad, muchos ambientes interiores siguen careciendo de ventilación y filtración adecuadas, y la realización de pruebas antes de las reuniones no es una norma generalizada. En estas condiciones, usar la mascarilla es una forma sencilla de reducir el riesgo.
- Los aerosoles respiratorios permanecen en una habitación durante horas, y es sólo cuestión de tiempo que otras personas los respiren. COVID-19 no sólo sigue los patrones de la «temporada de gripe»; es una preocupación durante todo el año.
- Esperamos futuras innovaciones, como pruebas más rápidas y accesibles o prácticas de aire limpio estándar, que podrían hacer menos necesario el uso de mascarilla rutinario. Pero hasta entonces, llevar una mascarilla bien ajustada en interiores es una obviedad en muchas situaciones.
4. “Mi médico no lleva mascarilla.”
Respuesta corta: Los profesionales sanitarios también son humanos, y las instituciones varían en sus políticas. Eso no cambia la base científica de la transmisión aérea ni las ventajas del uso de la mascarilla.
Explicación detallada:
- Lo ideal sería que los médicos y el personal sanitario estuvieran a la vanguardia de la aplicación de los nuevos conocimientos sobre la propagación de las enfermedades respiratorias, al igual que cuando el lavado de manos se convirtió en práctica habitual en medicina, a pesar de la resistencia inicial.
- Históricamente, las comunidades médicas se han resistido a veces al cambio: por ejemplo, cuando el Dr. Ignaz Semmelweis introdujo el concepto de higiene de las manos, se encontró con una enorme resistencia. Algunos médicos creían que «las manos de un caballero siempre están limpias».
- Ahora sabemos que estaban equivocados, pero esa resistencia era psicológica: nadie quería admitir que podrían estar perjudicando a los pacientes sin saberlo. Hoy en día, algunos profesionales de la medicina pueden tener dificultades similares con la idea de que podrían haber minimizado la transmisión aérea mediante el uso de la mascarilla en el pasado.
- Muchos profesionales de la salud siguen aplicando las políticas de control de infecciones vigentes, que no se han actualizado a la luz de los nuevos hallazgos. Esta demora no se debe únicamente a fallos individuales, sino que suele reflejar un liderazgo institucional deficiente, los importantes retos y costes que implica revisar las normas e invertir en infraestructuras para garantizar un aire limpio, así como la reticencia de algunas instituciones sanitarias a asumir por completo la responsabilidad de proteger tanto al personal como a los pacientes.
- Los médicos no son infalibles ni están libres de sesgos cognitivos; son humanos. Sus decisiones individuales, o la política del hospital, no niegan el efecto protector de las mascarillas y una buena ventilación.
5. “Creo que los niños necesitan «entrenar» su sistema inmunológico. ¿No estás previniendo eso?”
Respuesta breve: El sistema inmunitario de un niño no necesita encontrarse con patógenos peligrosos para desarrollarse. La exposición diaria a microbios comunes en el ambiente es suficiente «entrenamiento».
Explicación detallada:
- Está muy extendida la idea errónea de que los niños deben infectarse con enfermedades para fortalecer sus defensas. En realidad, el sistema inmunitario aprende constantemente de las bacterias inofensivas presentes en el suelo, en las superficies y en los encuentros cotidianos.
- Del mismo modo, no expondríamos deliberadamente a los niños a otros patógenos graves -como el SARS1, la gripe aviar, la gripe porcina o la tuberculosis- en nombre del «entrenamiento inmunitario». La misma lógica se aplica a COVID-19: no vale la pena arriesgarse a contraer una enfermedad grave sólo para ganar exposición.
- Tenemos vacunas para proteger contra patógenos específicos precisamente porque no queremos que los niños enfermen de enfermedades graves.
- Infectarse con patógenos como el COVID-19 u otros virus respiratorios no es un paso necesario para el desarrollo inmunitario; es un riesgo que podemos reducir.
6. “¿El uso constante de la mascarilla no debilitará tu inmunidad?”
Respuesta breve: No. Las mascarillas no bloquean todos los microbios, y nuestro sistema inmunitario sigue recibiendo muchos estímulos de la vida diaria.
Explicación detallada:
- Llevar una mascarilla parte del tiempo, sobre todo en interiores en entornos de alto riesgo, no crea una burbuja estéril a tu alrededor. Sigue estando expuesto a microbios en las superficies, a través de los alimentos y en otros entornos.
- Nuestro sistema inmunitario puede hacer frente a los gérmenes típicos que encontramos a diario; el uso de la mascarilla simplemente reduce el riesgo de inhalar grandes concentraciones de patógenos transportados por el aire.
- Por lo tanto, tanto para los adultos como para los niños, la idea de que el uso de la mascarilla ocasional debilita la inmunidad carece de fundamento.
7. “¿Por qué molestarse en abrir ventanas y usar purificadores de aire?”
Respuesta breve: Mejorar la calidad del aire interior es una de las formas más eficaces de reducir las partículas víricas en el aire.
Explicación detallada:
- La transmisión aérea es responsable de la mayor parte de la propagación de virus de las vías respiratorias, tales como el COVID‑19, la influenza y el virus respiratorio sincitial (VRS); en realidad, la transmisión ocurre principalmente a través de aerosoles, y no mediante gotitas «balísticas» de mayor tamaño.
- Cada vez que las personas hablan, tosen o simplemente respiran, producen tanto gotitas como aerosoles. Las gotas más grandes caen rápidamente, pero contienen menos virus en total. Mientras tanto, los aerosoles pueden permanecer suspendidos y dispersarse por la habitación, aumentando el riesgo de infección con el tiempo.
- La ventilación aporta aire fresco, diluyendo la concentración de partículas víricas. Los dispositivos de filtración (como los purificadores de aire HEPA) capturan los aerosoles y reducen su presencia en el aire.
- ¿Por qué no limpiar el aire? Nos lavamos las manos, limpiamos los baños y purificamos el agua. Si no limpiamos el aire, la carga vírica que queda flotando es mayor, con el consiguiente riesgo para todos.
- Ninguna medida es infalible, pero la combinación de mascarillas, ventilación y filtración ofrece la mejor protección.
8. “¡Creo que vives con miedo!”
Respuesta corta: No es miedo, es aplicar lo que sabemos. Al igual que el cinturón de seguridad o el casco de ciclista, es una precaución sensata que nos permite seguir nuestro día con tranquilidad.
Explicación detallada:
- Cuando nos abrochamos el cinturón de seguridad, no estamos paralizados por el miedo a los accidentes de coche; simplemente estamos aplicando una medida de probada eficacia para reducir los daños en caso de accidente.
- Del mismo modo, llevar una mascarilla bien ajustada en interiores (especialmente en espacios poco ventilados o durante periodos de alta transmisión) es una medida práctica para evitar enfermar o propagar enfermedades.
- A veces, negar o ignorar nueva información también puede estar motivado por el miedo: miedo al cambio, miedo a enfrentarse a hechos difíciles o miedo a lo que esos hechos puedan significar para nuestras rutinas.
- En lugar de vivir con miedo, vivimos con conciencia. Sabemos que esta nueva “rutina” se vive de forma distinta para cada quien. Para algunos, reducir riesgos implica usar mascarillas bien ajustadas, filtros y realizarse pruebas al visitar a la familia, en el trabajo o en eventos sociales. Para otros, significa conectarse mediante reuniones virtuales, trabajar o estudiar desde casa, o incluso optar por alternativas de viaje como la vida en autocaravana. Todas estas precauciones no solo protegen el bienestar personal y familiar, sino que también son una manera valiosa de cuidar nuestras comunidades.
9. “¡Pero quiero que las cosas vuelvan a la normalidad!”
Respuesta corta: Todos lo sabemos. Sin embargo, también tenemos nuevos conocimientos que pueden ayudarnos a mantenernos más seguros y sanos, por lo que lo «normal» podría necesitar una ligera actualización.
Explicación detallada:
- Cientos de personas siguen muriendo cada semana a causa del COVID-19 sólo en países como Estados Unidos, y a escala mundial el número de víctimas es mayor. Si hubiera una catástrofe natural o un accidente que se cobrara tantas vidas con regularidad, nos alarmaríamos y buscaríamos soluciones.
- Ahora sabemos que el COVID-19 (y otros patógenos transmitidos por el aire) puede propagarse de personas que no muestran síntomas, de modo que la mitad de las infecciones pueden proceder de quienes no se dan cuenta de que son contagiosos.
- Volver a la mentalidad de 2019 ignora el progreso real que hemos hecho en la comprensión de la transmisión aérea. No vivimos en el pasado: nuestros conocimientos han evolucionado.
- También es importante tener en cuenta cómo se sienten las personas vulnerables cuando el resto de nosotros decidimos no utilizar las herramientas que tenemos a nuestra disposición. Si alguien está inmunodeprimido o tiene otros factores de riesgo, ver que la gente ignora lo que ahora sabemos sobre la transmisión aérea puede aislarle profundamente. Pueden sentirse obligados a evitar las reuniones. Al incorporar medidas sencillas como el uso de la mascarilla, la ventilación o la realización de pruebas, incluimos a todo el mundo: nadie tiene por qué quedar excluido o rezagado.
- Tomando precauciones como el uso de la mascarilla, una buena ventilación o la realización de pruebas, podemos evitar muchas enfermedades y muertes innecesarias. El hecho de que no hiciéramos estas cosas antes de 2020 no significa que no debamos hacerlas ahora que lo sabemos mejor.
A menudo, la nueva información nos lleva a adaptar nuestros hábitos, del mismo modo que lavarse las manos se convirtió en una práctica habitual después de conocer la existencia de los gérmenes. El uso de la mascarilla, la mejora de la calidad del aire interior y el uso de pruebas son extensiones de ese mismo principio. Estas medidas no tienen que ver con el pánico ni con vivir con miedo, sino con la adopción de herramientas sencillas y basadas en pruebas para salvaguardar nuestra salud y la de los que nos rodean. Podemos seguir disfrutando de las vacaciones, las reuniones familiares y la vida cotidiana, siendo conscientes de cómo se propagan las enfermedades y cómo podemos ayudar a detenerlas.